Es difícil explicar cuando conoces a alguien que a tus ojos no es como a los ojos del resto, o tal vez eso se llame idealizar. O puede que el problema sea que miras con los ojos con los que quieres mirar, y no con los que debes, o a los ojos de alguien que no es tal, o no miras con los ojos de los demás, pues a veces es cierto eso de que cuatro ojos ven más que dos… Pues, cuantos más, más verán, imagino. En todos esos momentos, es cuando la desconfianza se apodera de mí, la razón me abandona, y me dejo llevar por una fuerza extraña, paranormal, que me vuelve ciega, y ya entonces directamente no veo, prefiero cerrar los ojos y abandonarme; Y ya no creo en nada, ni en nadie, ni siquiera en mí misma.
Quiero aprender a odiar. Quiero poder tener la capacidad de alejarme de aquello que me hace daño, aunque no sepa explicar porqué. Pero es aquello que me hace querer odiar la misma fuerza que me incita a amar, la misma locura que me hace quedarme fuera por momentos. Tal vez necesite correr, cambiar, moverme, y no intentar creer ni cambiar aquello que es inamovible… Tropezar, y volverme a levantar me reconforta tanto que parece que soy yo misma quien busca las piedras para ponerlas en el camino.
Estábamos solos, pero no era suficiente. Ya no son suficientes sonrisas cómplices, ni miradas tramposas, cierro los ojos, pero abro el alma… Es entonces cuando mi alma está vendida. No quiero quedarme sin ella, y llorar mañana porque la abandoné.
Cristina.V
Cristina.V